lunes, 21 de mayo de 2012

El hambre me hace pensar.


¡Buenas tardes! Ya era hora de actualizar esto un poco, que desde las estepas mañicas no se movía el asunto y, quieras que no, vuelven a ir en ese sentido los tiros...
Ya son 3 semanas en Burgos. En absoluto estoy mal y no me ha entrado la añoranza por mi tierra o por mi casa, nada de eso. Echo de menos la comida. Echo de menos que el huevo no se plastifique si tardas más de diez minutos en comértelo, o que la tortilla de patata no haya estado envasada semanas (¡o años!) antes de que te la pongan en el plato. Antes me comía las patatas, ahora no sé que kepchup roñoso están empezando a comprar, así que solas ya no me gustan. 
Ya véis, que suplicio. Ah, y se me olvidaba la puta panga. Todos los días panga. Y no se qué hacen para que salga tan rancia. Maldito pez. No sé como quedan pangas en el mundo. Serán las que se tiran en esta residencia y acaban en el Rio Arlanzón, resucitadas por un pato radiactivo salido de Garoña. 
A parte del gusto por la exquisita comida de la residencia, se me ha agotado el gusto musical. Esas épocas en que no te gusta nada de tu propio repertorio por puro desgaste y acabas escuchando a los pekenikes o a Marisol. Por variar, drásticamente. En mi caso, mientras hago trabajos, se me ha antojado algo tranquilo. De Nino Bravo he pasado a Lluis Llach y, de este último, a Labordeta. Haciendo paradas por Serrat y curioseando canciones de la guerra Civil. Muy español todo. Pero todo, todo, sin escepciones. 

Con español me refiero al sentimiento que acompaña a muchas de las canciones de estos autores. Guitarra y voz, mucha libertad (o llibertat), tonadilla triste, letra esperanzadora de post-guerra o similares. Y el público. Parece el mismo. A pesar de algunas distinciones de lenguaje, imposible no sentir lo mismo escuchando "L'estaca" de Llach que con el "canto a la libertad", de Labordeta. 
Escuchando ambas canciones, grabadas de un directo, vuelvo a lo del público. En cuanto acaba la canción citada de Llach, los asitentes al concierto no dudan en gritar al unísono "Visca Catalunya" o algo similar, totalmente entregados a ello. Conmovidos, por supuesto. -Rollo independentista- Pensé. Pero sigue la lista de reproducción. Es acabar la canción de Labordeta y los oyentes entregados se rompen las gargantas gritando "Aragón, Aragón...". E, incluso, si no escuchamos los gritos a coro del final, solo nos vale con leer los comentarios de dichas canciones en youtube.


En conclusión, o bien los aragoneses también son independentistas, se quieren sentir especiales o, simplemente, quieren su tierra, como todo hijo de vecino. A los que acuden a los respectivos conciertos quizás les separa el espacio, pero no demasiado. Quizás la lengua, aunque sin mucho problema he sido capaz de cantar a Llach, o las partes en aragonés de Labordeta, lengua que no tengo tampoco ni idea de hablar. En cambio, les unen las voces, el entusiasmo, y el amor por la libertad. 

La unión hace la fuerza, sin la cual no se puede ni tirar una estaca, ni ver una tierra llamada libertad. A ver si con el tiempo se va dejando la gente de chorradas y empezamos a evolucionar todos juntos por conseguir algo mejor en estos tiempos de crisis.


2 comentarios:

  1. Para ser tu reaparición no es muy estelar, pero me he divertido leyendolo, sobretodo en la parte del pez radioactivo del Arlanzón. Por cierto Libertad es LLibertat, con dos L. No es critica es para que lo digas bien.

    Publi-apartado:
    www.miespaciomireino.blogspot.com

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  2. ahh, collons!xd Gracias por la aportación.
    No podía ser muy estelar viniendo la inspiración de la panga... pero creo que trata un tema que nos atañe a todos.

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