Viñedos rojos y amarillos. Paisaje otoñal riojano, de los más bonitos que he visto. Simple y llamativo, muy nuestro. Pasas a territorio burgalés , hayas de un ambar intenso, camino de Santiago a un lado y cultivos al otro.
Paisaje entrañable el de mis viajes a Burgos. Sí, fuera del autobús. Dentro me he percatado de un suceso que se repite desde hace un mes de forma inevitable. Parece cosa del destino , mejor dicho, de gente de mala fe.
Desde mi lesión de rodilla ir en autobús es para mi algo realmente incómodo. Doblar la rodilla 90º durante dos horas viene a ser algo doloroso. Debido a esto me veo obligada a ocupar siempre en el asiento y lado izquierdo(una vez sentado) para poder desplazar la pierna hacia la derecha.
En cada viaje voy usando trucos para no tener acompañante cuando hay sitios libres. Me siento en el asiento del pasillo para hacer de muralla humana, cuando no tengo ganas de movimiento coloco toscamente mis cosas y, mi favorita, colocar la pierna. Con una chaqueta para evitar la total extensión de mi pierna y mi muleta bien a la vista espero paciente a que la gente pase de largo al verme en tal estado. La mayoria de la gente mira, comprende y pasa. Respondo con sonrisa, gracias. Asaz amable. Pero siempre hay un (me evitaré la descripción) individuo que por sus trascendentales razones se tiene que sentar en el espacio que he usurpado con mi pierna.
Soy consciente de que no he comprado las dos plazas, pero joder. Ultimamente se han sucedido dos casos en los que no se tenía excusa alguna.
El segundo caso es el que me ha llevado a escribir este relato sin sustancia. Me localizo en la penúltima fila, ventanilla. Sitios libres. Mi tranquilidad se asemejaba ala de la siesta, la gente de los pueblos entraba y se sentaba por delante. Hasta que apareció el hombre destinado a ocupar la plaza contigua. Mediana edad. - ¿No será capaz de...?-. Sentose pues si importarle nada. Veía al chaval de delante espatarrado comodamente en los dos asientos. El corpulento señor del lado derecho leyendo el periódico tan ancho. Las pavas de atrás , 5 asientos para dos personas. Ausencia de cabezas por todo el bus. ¿A qué viene este tio y se recorre 20 metros de autobús, sentándose donde una chavala con cara de pocos amigos y muleta tiene la pierna aposentada? No pretendo dar pena en general, pero al que se sienta ahí sí. Mi reacción siempre es un segundo de mirada penetrante (significado: ¿me estás vacilando?) ,agarre de la pata con las dos manos, moviendola a su sitio oficial con un leve quejido y un gran, GRAN , suspiro. Aún no sé porqué no me han cogido en ningún casting.
Me cortó el rollo de reposo cual cabeza cercenada por orden de Enrique VIII. Así que me dispuse a barajar las razones de porqué tenia a este sujeto al lado. La señora de la plaza 5 debía de ser demasiado fea para las aspiraciones del individuo de ligar en el viaje. Otra señora, plaza 8 ,demasiado guapa para su alcance. El joven del asiento número 13 tendría incómodos espasmos musculares causantes de unos repetitivos golpes al aire. La de la 17 tendría la lepra. El señor del asiento 28 le mandaría un beso al aire, lo cual no concordaba con sus aspiraciones románticas. El chaval del 35 , el cual se sentaba delante por lo cual no le ví la cara, debía de sujetar una navaja con los dientes. El señor bien alimentado de mi derecha en la plaza 38 estaría usurpando demasiado espacio vital del reich mental del sujeto. Las dos pavas de atras ,plazas 39, 40, 41, 42 y 43 , llevaban tanto pote en la cara que el hombre tuvo miedo de quedarse pegado.
Mejos sentarse al lado de la poca cosa de la 35 medio dormida que pone la pierna ahí por gusto y que la muleta la lleva de adorno. Que puede que esa sea la verdad, pero el fotograma indica lo contrario.
Me encanta el viaje a Burgos. Sobre todo el que va directo, que solo para en Belorado, Sto Domingo, Nájera...
