martes, 25 de octubre de 2011

Sin siesta no rindo.

La verdad que la cama de la residencia me sigue dejando K.O. , además la única manta que hay la estoy usando se sobrecolchón, y se la necesita por arriba. En fin, aquí estoy, mirando ya los horarios de autobuses. No es que lo pase mal por Burgos, todo lo contrario. Pero pese a mis siestas cronometradas de 1 hora y tres cuartos no logro estar como debiera. Con todo esto he decidido cerciorarme de coger uno que vaya directo. No es por quejarme, que me quejo, pero coger un bus que pase por todos los santos pueblos Riojanos y/o/también Burgaleses se me antoja bastante pesado. Aburrido y también cansado.

La verdad que se me ocurre algo verdaderamente cansado y bastante aburrido. Ir a caminar por el monte cuando se es pequeño.
Era cansado por lo evidente,  el estómago al revés tras una carreterilla pirenaica de muchas curvas y las piernas cortas no contribuyen al soporte de energía. El aburrimiento se debía posiblemente a la vista. A la corta edad de 6 años y alrededor de un metro de alto lo único que se ve en el monte es: piña, piedra, palo ,piña, palo ,palo , piedra , cacas de vaca y, lo único medianamente interesante, alguna que otra babosa. 
 Sí que a veces se llegaba a atisbar un poco de paisaje. Cuando lograba mi objetivo, que mi padre me llevara en los hombros, podía unirme al grupo adulto en su capacidad de observación cuando uno de ellos decía "¡Mirad que paisaje tan bonito!". Mi pensamiento optimista actuaba de esta manera : ¿Alguien ha visto el lugar donde han dicho de parar a comer?.Pero no, resultaba ser siempre un cacho de montaña entre dos copas de árbol.
-¿A que es bonito?-
-um-
A esa edad no se responde con mucho entusiasmo ante tal estímulo. Quizás soltarme a hacer el cabra por el bosque se hubiera terciado más entretenido, pero andar por una senda carecía de atractivo.  


Solo a Heidi le gustaba andar por monte, pero claro, ella tenía un perro chachi y un amiguito de su edad. Además debía de tener una forma de propulsión mediante un sistema de petardeo que le permitía recorrer 8 kilómetros de prado gritando "¡Peeedro, Peeedro!" a toda leche sin cansarse. Deduzco que dicho sistema le fue cedido a su amiga Clara para que la chiquilla pudiera dar unos pasos. También influye que Heidi pasaba de ir por la senda, yendo así, por donde le salía del potosí.

Con estas deducciones sigo con lo mío, pero a mi ritmo, que no he dormido bien. Parece que hay un bus directo a las 5…


¡Un saludo a todos!

1 comentario:

  1. Ahora que lo pienso, leyendo tus comentarios creo que te voy a llamar Koala (que duerme 22 horas al día) antes que Kiwi. Veo, con alegría, que te has adaptado al habitat universitario a la perfección (esto es, a la dolce vita). También observo que conservvas, y mejoras, tu cínico modo de ver el mundo y tus relatos estan llenos de Tosca ironía (de humor inteligente, cual chiste de los Corintios) muy agradables de leer; si fuera ya en compañia de un a pinta prometida, sería perfecto. A por mas historias, Media.

    ResponderEliminar