domingo, 21 de junio de 2015

Se acaba el chollo

(Septiembre 2011)
Miro 4 años atrás y nos veo pequeños, alegremente hacinados en el hall de la residencia universitaria, sin saber muy bien qué decirnos entre nosotros. Unos somos tímidos, otros hacen migas enseguida. Las primeras impresiones sobre el sitio y la gente se van trasformando según pasan los minutos. Los nombres nuevos se acumulan en la cabeza, algunas caras se entremezclan. Al principio nos aferrábamos a esa primera persona que conocimos hace pocas horas, pero luego las conversaciones fluyen “¿tú de dónde eres?”, “¿y tú?”, “Yo conozco a gente de allí”, “¿Qué estudias?”...


Qué estudias. Qué vas a estudiar. ¿Qué vas a hacer estos cuatro años que tienes por delante?, ¿serán cuatro años?, ¿dejarás la carrera nada más empezarla?, ¿nos haremos amigos, nos despediremos y no nos volveremos a ver en la vida?, ¿por qué voy a estudiar lo que quiero estudiar?, ¿qué haré cuando acabe?, ¿me servirá de algo todo esto?, ¿cómo he llegado a parar a Burgos?...


Esas preguntas no se pasaban por la cabeza de nadie, pero se me pasan ahora al recordar ese momento y me da vértigo ver lo mucho que ha cambiado todo desde entonces. Me paro a pensar en cuales han sido los pequeños pasos que me han ido trayendo hasta aquí y me doy cuenta de que para llegar han valido tanto los pasos buenos como los malos. Durante este tiempo todos los errores e, incluso, las rodillas rotas han sido igual de importantes que buenos jolgorios y humildes triunfos académicos para ser lo que soy. Quizás todo eso hacía falta para algo, algún plan divinamente absurdo el cual precise de un ligamento suelto para construir un mundo mejor o elevarme a los altares de la fama. Quién sabe. O me iré a la mierda con todo el equipo, todo puede ser. Se me está yendo la pinza, pero es que es imposible acabar bien con el futuro tan apañao que tenemos. A pastar.


2 comentarios: