martes, 9 de julio de 2013

Corchea, punto y desenlace

Hoy ha sido como volver a nacer. Por fin, en una semana, he levantado la vista hacia el horizonte. La luz me resultó molesta y una lagrima se disponía a asomarse. Pese a ello, seguí mirando el mundo que se expandía tras la ventana y me dije "ya soy libre". 
Esto es lo que tiene engancharse a un folletín de setecientas y pico páginas en plenas vacaciones. Hasta dentro de un tiempo, no lo vuelvo a repetir. Total, para no hacer nada en una semana más que leer y, además, pasarlo mal, ¡pobres mujeres del siglo XIX en la Nueva Zelanda a medio colonizar! Aunque claro, en eso se basan estas novelas, en que todo, TODO, salga mal. Doy gracias a habérmelo acabado cuanto antes. Intento ignorar el hecho de que hay escritos un par de tochazos más continuando las trágicas historias de sus protagonistas y descendencia.

Con este sentimiento de liberación y con el alma todavía encogida por la novela, me dispuse a hacer algo productivo o instructivo con mi tiempo. Decidí aprender a tocar la guitarra. Porque tengo guitarra. Se encuentra en su funda, con polvo, objeto de regalo en un cumpleaños pasado. Nadie me advirtió cuando rogué por una guitarra años atrás de que, tras cinco minutos de intento, iba a quedar olvidada en una esquina de mi habitación. Hoy, más madura e incesante, con una paciencia digna de un cazador, cogí la guitarra con ímpetu y empecé mi instrucción. Todo iba como la seda. Cambié la cuerda rota (víctima de pasados y breves intentos), me descargué un app para afinarla y toque fructuosamente "smoke on the water". Una vez calentado, busqué alguna canción en internet. Como decía, mi paciencia es infinita, así que busque directamente canciones de Mumford and sons. Facilicas, para empezar. 

Esta no. ¿Esto qué es?. Difícil, difícil... difícil. ¿Esta a ver...? No. Difícil. Mierda. ¡Esta! Un dedo aquí, otro aqu... aqu... aquí... bien. "PROMMMMZZZZZZZZ, PROMMMZZZZZ, PRZZZZZZ... PROMMMMM" Bien esta última. Ahora el siguiente acorde...

Diez minutos después, tras haberme repasado unos cuantos vídeos de youtube y unas cuántas webs, decidí desistir. Aún dejando a parte el orgullo no había ninguna canción fácil ni buscando "canciones fáciles para guitarra". Eché de menos mi armónica, con la cual ya me empezaba a defender, pero me la había olvidado en Burgos, junto al abanico y el repelente de mosquitos. Muy bien. Como seguía con ganas de interpretar melodías, me vino a la mente la cantidad de flautas que tengo en el cajón. Descarté esa opción ya que no quería hacer creer a mis vecinos que mi primo de primaria había venido a tocar las narices (pese a tocar estupendamente bien). Recordé un curso de primaria en que nos dieron a elegir otros instrumentos de la sala de música. Yo me decanté por las placas o xilofón (ordinariamente llamado xilófono) ya que mi hermano me dijo que era lo más fácil. Los demás niños se defendían malamente con sus laudes y, sí, guitarras... Me entusiasmó mi instrumento en esa época y me compre un xilófono pequeñín. No lo tocaba de forma tan armoniosa como la flauta, pero me gustaba su sonido delicado y que tuviese el nombre de la notas en cada lámina correspondiente. Aún a porrazos, a mis padres les molestaba menos que la flauta. Otro instrumento  mío, que resopla polvo a más no poder y que nunca ha podido lucirse, es un acordeón cuya correa de cuero asoma tristemente entre mis cosas. Era muy potente y con lo cual restringido muchas horas. No lo entiendo ¡Con lo bien que lo tocaba... y sin saber las notas ni nada! De este aparto musical no me responsabilizo, no fue un antojo. Me lo regaló mi abuela, no sé bien a qué, cuando no tenía más que 8 años. Una pena, ahora que lo rescato con cariño de arriba de la estantería, me doy cuenta de lo bonito que es a pesar de andar falto de algunas teclas. Intenté tocar algo, pero, más que cansada de intentar que salga música de mis instrumentos, estoy cansada de buscar las partituras en internet.

He de admitir que me he quedado algo falta de autoestima. Solo en mi cuarto se podría hacer una orquestilla con tanto instrumento y yo aquí sin saber tocar ninguno. Por lo menos sé entonar tímidamente las canciones con la voz, así que me dedicaré, como de costumbre, a poner la música en alto y cantar plácidamente sin molestar a nadie con guitarreos discordantes y pitidos estrepitosos de principiante.

Hasta que no toque como este tío, no descansaré:





No hay comentarios:

Publicar un comentario