El aire me despeinaba fuertemente el flequillo desde el asiento trasero del coche. Y pensar que el día de ayer estuve en la misma posición, salvaguardando unas pequeñas diferencias. Ayer nos dirigíamos a cualquier pueblete cercano a Burgos para comprar mercancía para la noche, ya que en la capital era fiesta de guardar, aunque no nos guardamos mucho. Sonaban The Doors a tope por los campos burgaleses y seguía el ritmo golpeando la puerta. Hoy me dirigía a Logroño, para no volver en un par de meses. Conducían mis padres. La radio se intercalaba entre Radio Nacional todo Noticias y extrañas pinceladas musicales emitidas por Radio 3, o algo así se oía por debajo del ruido del coche. La ventanilla no se bajaba del todo, así que a los cinco minutos tenía un precioso tatuaje con relieve en el brazo. Para contrarrestar este trivial shock decidí ponerme mi propia música. Animada, por favor. Comenzando por Flogging molly, breves intentos por canciones motivantes dignas de mis irrisorias sesiones de elíptica y algúna que otra fatídica canción lenta, acabé escuchando las Cantigas de Castilla y León. Para rendir honores, mis respetos y mi hasta luego a las tierras del Cid.
De esta forma, acompañada por "Que ben serv'a madre do que quis morer", esperaba a que el viento acabase con la resaca de mi cabeza, aunque hoy, más bien, tenía resaca en el corazón (Qué cuco). Tengo un cacao que ya le gustaría al negrito del África tropical. No es bueno mezclar para las resacas.
Me ha faltado tiempo estos días. Se me ha pasado como uno solo, bien por la sensación del vertiginoso paso del tiempo o bien porque el sueño ha sido escaso y el horario extraño. Ni con 30h al día prescindiendo de la siesta habría podido acaparar todo lo que quería hacer. Me han faltado ratos para pasar con la gente, y todo para que la película se acabe sin final. Sé que me he perdido muchas despedidas, pero casi mejor. Muy triste me hallo para adioses. Con uno me valió.
Con todo esto se me estaba formando una maraca sentimental en mi cabeza que no paraba. Ahora mismo no se si eran mis pensamientos o los rituales exóticos de Radio 3. La cuestión, que estoy entendiendo lo que me pasa lo mismo que vosotros. Lo que hacen las despedidas, ¡cómo perturban e inquietan!
Para mis amigüicos, os veo en Septiembre, o antes. Que no me olvido de vosotros, aunque estos días se me olvidaba hasta comer. ¡Viva los filetes a las seis de la tarde!
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